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La sociedad Ardatza Herria fue fundada en 1929, y desde su constitución se rige como un pueblo. De forma que el presidente es llamado alcalde y la junta directiva está formada por concejales. En 1932 se transladó a su actual localización en los bajos del número 52 de la calle Fermín Calbetón, donde a día de hoy sigue desarrollando su actividad.

Historia de Ardatza Herria

Ardatza existe por iniciativa de un donostiarra de adopción, el popular artista de la fotografía Pascual Marín. Pascual Marín nació en Tudela en 1893, trasladándose a vivir a San Sebastián en 1914. Muy joven montó estudio de fotografía, y trabajó para la revista Novedades y el diario El Pueblo Vasco. Enamorado de la ciudad y de sus costumbres, se hizo socio de Euskal Billera y pronto concibió el proyecto de fundar una Sociedad, distinta en algún rasgo a las ya existentes.

En 1929, consigue autorización gubernativa para la «Sociedad del Pueblo de Ardatza», estructurándola como un Ayuntamiento, señalando que «se regirá como un pueblo» de forma que el presidente es llamado Alcalde, con sus tenientes de alcalde que son los responsables de cada comisión, y los concejales (el resto de la junta directiva).

En 1932, Ardatza se traslada a su actual domicilio, en la calle Fermín Calbetón. Pascual Marín continuaba fotografiando Donostia, los paisajes guipuzcoanos y a sus gentes. En aquel año se imprimió un libro de gran interés, «Lo admirable de Guipúzcoa», con las mejores fotografías de su archivo. A la hora de decorar la Sociedad, Pascual Marín ideó reproducir la plaza de un pueblo vasco. Hoy, a más de setenta años de distancia, podemos ver en el vestíbulo el edificio de un pequeño ayuntamiento, con la barandilla para las arengas, la caseta del teléfono y las farolas.

La actividad de Ardatza ha sido siempre de carácter recreativo y gastronómico. Se comía – y se come – muy bien. En vida de Pascual Marín, pasaron por la Sociedad muchos famosos de visita en San Sebastián. Él conocía a todo el mundo y en Ardatza les agasajaba. Aquí estuvieron Paulino Uzcudun, Marcos Redondo y otros músicos que actuaban en la Quincena. Y sobre todo toreros, porque Marín era un gran aficionado.

Cuenta Ardatza en la actualidad con alrededor de 100 socios. Las mujeres entran libremente.

Manuel Solórzano Sánchez describe así en un artículo la Sociedad Pueblo de Ardatza tal y como era a los pocos años de su creación:

Ardatza, «Ayuntamiento comunista» y loa a Pantagruel

Este es el Ayuntamiento de Ardatza, clan comunista de setenta y cinco vecinos, enclavado en el corazón de la vieja Donostia, cerca del puerto, flanqueado por sidrerías y buenas cocinas. Este municipio ha hecho desaparecer los intermediarios, y todas las ganancias se aplican al beneficio común. Cada uno de los setenta y cinco vecinos está obligado a prestar ineludiblemente su esfuerzo personal. El pueblo no tiene haraganes, ni obreros, ni parados. Su Concejo administra honradamente. Su urbanización es admirable. No tiene déficit. No hace empréstitos. Los cargos son gratuitos. Vamos en fin, a entrar en Ardatza. Hay que remontar la típica calle Fermín Calbetón, que como telón de fondo tiene la bahía de la Concha, y se llena de los humos de los barcos pesqueros. Os paráis frente a una casa, franqueada, al fondo del portal, una puerta; entráis en el pueblo: El caminante encuentra una leal advertencia, «Cuidau con el perro». Un can, al pie del tablón de anuncios del municipio, permanece allí día y noche. Después os encontráis con el edificio de la Casa Consistorial. El alcalde tiene allí su despacho, en el que suelen reunirse los ediles y funcionarios.

Todo es como un pueblo miniaturizado, como una perfecta maqueta de municipio, inspirada esto es, acaso, lo más interesante por un sutil humorismo.

Ardatza que en vascuence quiere decir el «copo que se hila en la rueca», es una Sociedad de amigos, que se reúnen para rendir homenaje a la buena cocina, a los buenos vinos y a la buena sidra. Y, a las veces, a la buena música, a través de unas pequeñas Corales, estas pequeñas corales que sirven para traducir toda la emoción lírica del vasco auténtico.

Sociedades populares, dedicadas al culto de la buena mesa, existen en San Sebastián en número no inferior a varias docenas. Ahí están «Gaztelupe» y «Cañoyetan», y muchas más, que agrupan a los donostiarras fieles a sus tradiciones locales, Ardatza es la variante.

El régimen interior es el mismo. Los vecinos de Ardatza (sus socios), cada uno tiene su llave, para entrar a todas las horas del día y de la noche, a condición de que no lleven damas, cláusula del Estado Municipal que se cumple con todo rigor, eligen en la bien surtida despensa los manjares, los vinos, las sidras. Depositan con un vale, el importe del gasto en unas cajitas abiertas; limpian la vajilla, y cumplen sus deberes de buen ciudadano de esta suerte.

Lo que no es lo mismo es la escenografía. Y la escenografía, en Ardatza, vale tanto como la buena mesa.

Nos cuenta el alcalde

Pascual MarínAlcalde de Ardatza es Pascual Marín, un gran reportero gráfico. Teniente de alcalde es Aniceto Urretavizcaya. Secretario es Ramiro Andrés. Síndico es Tomás Redondo. Depositario es Miguel Martínez. Interventor es José María Garmendia, Y Concejales Tomás Amelburu (practicante), Juan Marín, José Ferraz y Ángel Aguirre.

El Alcalde es quien nos habla: "nosotros teníamos instalada la Sociedad en otro local. Un buen día, a Aniceto Urretavizcaya se le ocurrió la posibilidad de crear un pueblo libre, algo así como un Estado autónomo en el corazón de Donostia. Y lo inauguramos el 16 de julio de 1931. Se levantó la Casa Consistorial, se montaron los servicios, se realizaron las elecciones. Así ha nacido Ardatza, símbolo de buena amistad, vea usted que en este pueblo no se puede hablar de política ni se autoriza la entrada de damas, y del noble placer de la buena mesa".

Itinerario del pueblo

El Alcalde es quien nos habla: "he aquí el itinerario del pueblo de Ardatza: Casa Consistorial (lugar de juntas), Botica (despensa), Plaza del Pueblo (comedor), Biblioteca Municipal (cocina) y Archivo (bodega). Los servicios complementarios se distribuyen así: Recaudación de contribuciones, Caja de Pagos, Caja de Ahorros Provincial (porcentaje de lo que se paga por conceptos múltiples: aceite, sal, especias, vinagre, lumbre, etc.). Y, además, el teléfono provincial. Y el cuarto reservado para el veterinario."

Efemérides

Por Ardatza, en un plazo de varios meses, han desfilado políticos, artistas, toreros, escritores. Las visitas están consignadas en un Libro de Oro que se custodia celosamente en la Casa Consistorial.

Allí hay autógrafos de Juan de la Encina, y de Vicente Barrera, de Pedro Muñoz Seca y de Domingo Ortega, de Juan Cristóbal y de José María Gil Robles. A Gil Robles le parece que «este pueblo es el caso más elocuente de fecunda y sabrosa autonomía municipal».

También iban a acudir una noche Indalecio Prieto y Luis de Zulueta, y en la Plaza Mayor del pueblo esperaba gran parte del vecindario. A última hora, los dos ministros no pudieron realizar el anunciado viaje de turismo.

Ardatza va creando con estas visitas y esos elogios su lista de efemérides, que en el transcurso del tiempo agrupará los nombres más ilustres de España: Porque el pueblo «koshkero» es la moda de San Sebastián. Y en Francia, en Bayona un grupo de vascofranceses tratan de constituir otra Sociedad gemela, con Hotel de Ville y todo, inspirada en la realización de Aniceto Urretavizcaya.

Pero sin duda, a esa Ardatza francesa le faltará algo, o mucho, de lo que le sobra a la donostiarra. Esa gentileza de tono y de procedimiento, tan donostiarra y guipuzcoana, que lo ennoblece todo y a todo de una gracia fina, incluso a las loas de Pantagruel, que en otras partes serían motivos sin importancia. Porque en el «copo que hila la rueca» hay una unanimidad, una identidad de natural elegancia, que es el mejor blasón del Ayuntamiento.

Breve historia de Ardatza Herriko danborrada

El eterno debate sobre la posibilidad de que este pequeño pueblo de Ardatza sacase su tamborrada en el día de San Sebastián quedaba definitivamente zanjado cuando en la primavera de 2012 la junta directiva dirigida por su Alcalde, Iñaki Lazkano, autorizaba a su pueblo para que emprendiese esta tarea.

La primera decisión fue realizar un sondeo sobre cuántos vecinos estarían dispuestos a formar parte de la misma y para ello en las paredes de nuestro local se colocó una hoja de inscripciones que se iba completando a un ritmo más lento del deseado. La segunda decisión fue la creación de una comisión que trabajase la gestación de esta tamborrada, y allí entraron un grupo de vecinos que prácticamente no se conocían entre ellos, pero a los que una alta dosis de voluntad y entrega les permitió sacar el proyecto adelante. Este grupo estuvo inicialmente integrado por su Alcalde, por Joserra Grela que se encargó de los primeros presupuestos, por Igor Sáez, nuestro “sastre” particular, por Fermín Francés, el “experto” del grupo en temas de tambores y barriles, por Pedro Orcajo, primer tesorero de la comisión, por Rafa Badiola, alma mater en la sombra de la organización del material, por Mikel Martínez, otro tamborrero de larga experiencia, por Jon Labaka, responsable de intendencia y de que no faltase nada a su gente, y por Hilario Murua, encargado de organizar las reuniones y aburrir con sus múltiples mensajes a los miembros de la comisión y a los/as participantes.

Los debates más fuertes no tardaron en llegar. La financiación era una locura. Había que comprar TODO, desde los trajes a los tambores y barriles hasta el equipo de música con el que poder ensayar. ¿A cuánto se iba a disparar el presupuesto? nos preguntábamos. Pero esta bendita locura seguía adelante. Igor nos traía los modelos napoleónicos de los trajes y enseguida decidíamos que sería verde y amarillo, como el símbolo de nuestra bandera. Nueva duda: ¿Íbamos a ser capaces de sacar trajes napoleónicos desde el primer año? La locura no cesaba, seguía sin control hacia adelante, pero por otra parte la lista de integrantes no crecía y las dificultades lo hacían a velocidad de vértigo. ¿Qué hacemos ahora?

La respuesta fue poner un anuncio, que no respondía a la realidad, en un medio de comunicación de Donostia. Decía así: “Todavía quedan algunas plazas libres en Ardatza Herriko Danborrada”. Claro que quedaban algunas plazas libres. Era octubre y no llegábamos al mínimo de participantes que requería Donostia Festak, entidad encargada de las tamborradas de la ciudad.

Ahora bien, en pocos días el pueblo de Ardatza veía como su local se iba llenando de gente joven, muchas chicas, con ganas de participar con nosotros y así llegábamos al mínimo requerido.

Así, llegó el día del primer ensayo. El lugar de la cita era un local destartalado en la parte trasera de la iglesia de Santa María. Allí nos dirigimos con todo nuestro nuevo material y, sobre todo, con nuestro equipo de música. Tras un buen rato de enchufar y desenchufar cables, sonaban las primeras notas de la tamborrada y quienes allí estábamos nos mirábamos sin hablar pero pensando “lo hemos conseguido”. Nada más lejos.

La gran decepción no tardaba en llegar. El primer ensayo fue un desastre total y absoluto. Había participantes que no sabían ni coger los palillos, así que imaginaros lo que podían saber tocar. Fermín, el tambor mayor, un viejo tamborrero con un amplio historial de participaciones desde sus inicios en Euskal Bilera infantil, no daba crédito a lo que “oía y veía”. El osado de Joserra, que no había dirigido una tamborrada en su vida, en un alarde de valentía se animó a dirigir a los barriles. Mientras, quienes tenían experiencia de haber estado en otras tamborradas, se preguntaban qué patochada era aquella. El golpe anímico fue brutal, pero rápidamente nos levantamos: Ardatza Herriko Danborrada iba a salir hacia adelante sí o sí, y además lo íbamos a hacer bien. Y así fue. El primer año hicimos infinidad de ensayos, pero para el día del ensayo con la banda de música, ya sabíamos tocar.

Llegó el día 20 de enero y la climatología nos recibió con una “ciclogénesis explosiva”, que vaya usted a saber qué es, pero que traducido al pueblo llano es lluvia y viento por tierra, mar y aire. Sin embargo no pudo con nosotros/as y mucho menos con nuestra ilusión. A las 11h de la mañana sonaban los primeros acordes de Sarriegi en la puerta de nuestro local, tras un merecido homenaje a Rafa Badiola, y a las 12,30h entrábamos en la Plaza de la Konsti e interpretábamos la Marcha de San Sebastián bajo un chaparrón inenarrable, como la emoción que sentíamos todos/as los/as participantes. Eran las 15h cuando dábamos por terminada la primera participación de Ardatza Herria Danborrada en el día de San Sebastián. Quienes habían estado en la gestación de esta actividad se abrazaban emocionados. Ardatza Herriko Danborrada era un sueño hecho realidad.

Tras seis años de experiencia ha habido muchos cambios. Así, Joserra dejó la dirección de los barriles y fue sustituido por Aux Ibarguren, la comisión ha perdido alguno de sus miembros, pero la Ardatza Herriko Danborrada está más viva que nunca. Hemos llegado al tope de participantes, disponemos de tres abanderadas que lo hacen estupendamente, de nuestras tres primeras cantineras, de una banda de música sobresaliente y de un grupo de gente del que la comisión de tamborrada y la junta directiva de Ardatza se siente muy orgullosa.

Bihotz-bihotzez, eskerrik asko denoi.